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1. La ontología de Agustín


El pensamiento agustiniano distingue dos tipos de seres: por un lado, el Ser Absoluto; por otro, los seres contingentes creados por Él.
1.1. Existencia de Dios e ideas ejemplares
Dios es el ser Absoluto, Eterno, Perfecto, Bueno, Justo e Inmutable. Aunque la razón no puede probar la existencia de Dios, tampoco se trata de una simple cuestión de fe. Dios aparece probado en el alma creyente, ya que este es capaz de conocer al Dios Verdadero, necesario e inmutable, pero dicho conocimiento no sería posible sin la propia existencia de Dios. No se trata de cualquier dios filosófico, sino del Dios de la revelación cristiana. Se puede decir, por tanto, que la prueba demostrativa de la existencia de Dios es consecuencia directa más que nada de la teoría del conocimiento. Veamos cómo.
— Puesto que existe la Verdad, y Dios es su fundamento. Dios existe. Este sería, formulado esquemáticamente, el argumento gnoseológico usado por Agustín.
— A través de la referencia al cosmos emprende también el obispo de Hipona una demostración de la existencia divina. La creación no puede conferir al ser humano la felicidad que busca, y señala hacia una verdad que le transciende, esto es, hacia Dios. Mediante el acuerdo entre los seres humanos (exceptuando algunos hombres malvados), se concluye que la especie humana al completo confiesa que Dios es el creador del mundo (argumento cosmológico)
— La auténtica demostración agustiniana de la existencia de Dios reside en las ideas ejemplares, basada en su infinitud y su necesidad. El ser humano capta verdades infinitas y necesarias; o dicho en sus palabras, «verdades que no son tuyas, ni mías, ni de nadie, sino que se hallan presentes en todos y se ofrecen a todos de la misma manera» (De lib. Arbit., 2, 12, 33). Este tipo de ideas es superior a nuestra capacidad intelectiva, ante las que tiene que postrarse. La razón no puede modificarlas, puesto que se hallan por encima de ella. Serán captadas por la inteligencia con mayor o menor claridad, pero siempre permanecerán invariables.
Las ideas ejemplares y eternas se basan en la existencia. De la misma manera que el conocimiento sensible manifiesta las cosas cambiantes, las ideas eternas y ejemplares manifiestan también su fundamento: la verdad inmutable, Dios. No existe cosa alguna sin fundamento; el fundamento de lo inalterable tiene que ser, a su vez, inalterable.
En este sentido, cabe resaltar que durante la Edad Media todos los pensadores cristianos tratan de demostrar la existencia de Dios, y Tomás de Aquino es uno de ellos.
  
1.2. Los seres contingentes
Los seres contingentes no poseen estabilidad o constancia: son y no son al mismo tiempo: el ente finito que no es capaz de persistir se reconoce en sus componentes mortales, y se aboca, de la mano de la muerte, a la disipación de su propia mutabilidad. Consiguientemente, los entes mutables no son verdaderos seres; tan sólo el que permanece inmutable posee auténtico ser. Los seres contingentes fueron hechos por el ser Inmutable de la nada. En este punto, Agustín se aleja notablemente del platonismo y del neoplatonismo, y se atiene a las explicaciones de la Biblia.

1.3. Creación del universo
Todas las cosas, en tanto que variables, han sido obra de Dios, creadas a partir de la nada. Lo que tienen de ser se lo deben a Dios.
Dios creó el mundo en un acto completo de creación a partir de la nada. La Palabra de Dios encierra en sí los modelos arquetípicos de todas las cosas. La materia que se utilizó para crear el mundo no había existido antes de el. Así, el pensador de Hipona se aparta del pensamiento de Platón, En el Timeo platónico, el demiurgo se limita a «ordenar» la materia eterna y su movimiento caótico. Además, la creación del mundo no se debe a algo ineludible, sino que es consecuencia de una decisión voluntaria y libre.
La libre creación divina es para san Agustín un acto súbito y completo. El relato de los seis días descrito en la Biblia es una alegoría. Todo ha sido creado por Dios, directamente, sin intermediaciones. Sin embargo, la creación se prolonga en el tiempo y los entes individuales surgen uno detrás de otro, cuando sus razones seminales o copias de las ideas alcanzan, en el tiempo, su madurez o instante de aparición, de acuerdo con el orden establecido por Dios en el cosmos.

1.4. Existencia de Dios según Tomás de Aquino. Las cinco vías 
Tomás de Aquino, al igual que otros pensadores cristianos, se esfuerza por demostrar la existencia divina, y propone para ello sus célebres cinco vías hacia Dios, clásicas por su brevedad y claridad.
— Existencia del movimiento. Esta primera prueba tiene antecedentes en Aristóteles y parte de la experiencia del movimiento existente en el mundo. Todo lo que se mueve es movido por otro, puesto que nada puede moverse por sí mismo. Y como no podemos ir hasta el infinito para hallar el origen del movimiento, debe haber un Primer Motor que nadie mueve y es fuente de movimiento. Esta fuente de movimiento es Dios.
— Subordinación de las causas. La segunda prueba analiza las causas eficientes. Toda causa es a su vez causada; ésta a su vez por otra, y así sucesivamente. Nada puede ser causa de sí misma. De nuevo se asienta la imposibilidad de una regresión hasta el  infinito, y debe existir por tanto una Causa Primera. Dicha causa es Dios.
— Contingencia de los seres. La tercera prueba se refiere al concepto de contingencia, y declara que todo ser podía también no haber sido; nada es necesario (imprescindible) y todo está trascendido de potencia. De ahí se sigue que este ser, sólo posible, algún tiempo no fue. Si no hubiera más que ser contingente, no existiría ahora absolutamente nada. Así, debe existir un Ser Necesario (imprescindible), para que los seres contingentes pasen de la potencialidad al ser, y ese ser es Dios.
— Gradación de las perfecciones. La cuarta vía es la de los grados de perfección. Detrás de la mayor o menor perfección de las cosas existe un Ser Perfecto en grado sumo, que es el que da la regla que se presupone para que apreciemos nosotros en las cosas un más y un menos en la línea de perfección. Pero este Ser Perfecto es al mismo tiempo la causa o razón de todo lo que es en general valioso, porque todos los valores participan en él.
— Ordenación del cosmos. La quinta y última vía es la vía teleológica, dada a conocer por los estoicos y definida por Cicerón y Séneca. Existe un orden en el universo, en el cosmos, y éste camina hacia una meta por medio de su movimiento y su evolución, por lo que debe existir una Inteligencia Suprema que haya pretendido la finalidad que se observa en todo el universo.
Tomás de Aquino no cree que Dios pueda ser contemplado de manera inmediata. No obstante, históricamente no deja de tener interés el hecho que nunca duda de la existencia de Dios y trata de encontrado por medio de sus reflexiones filosóficas.



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