La influencia de Platón en el
pensamiento agustiniano se manifiesta en tres niveles distintos:
5.1 Metafísica u ontología
Ambos pensadores admiten la
existencia de dos mundos a nivel metafísico u ontológico. Platón cita: por un
lado, el mundo de las ideas, es
decir, el mundo compuesto por las realidades inmutables y perfectas; por otro,
el mundo sensible (copias de las
ideas), formado por los seres en constante cambio. Agustín también describe una
doble realidad: por un lado, el Reino de Dios, verdadero, y por otro, el mundo
físico en constante evolución.
5.2 Conocimiento
Ambos filósofos defienden el
dualismo epistemológico, ligado al dualismo metafísico. Al igual que existen
dos mundos, también existen dos tipos de conocimiento. Por un lado, el
conocimiento sensible sobre la realidad en constante cambio, es decir, falso
conocimiento, puesto que es un conocimiento sobre la realidad variable y, por
tanto, no verdadera. Ambos pensadores coinciden al valorar el conocimiento
sensible como incapaz de lograr el conocimiento verdadero. Sin embargo, el
conocimiento racional se ocupa de la realidad verdadera, del conocimiento
universal, del conocimiento de las ideas. Para Platón el Bien es principio de
visibilidad; es decir, por un lado, el Bien ilumina el alma para lograr el
conocimiento verdadero, para conocer las ideas eternas o arquetipos; por otro,
el Bien hace visible a las ideas. Del mismo modo, en Agustín de Hipona, Dios
sitúa a las ideas eternas y ejemplares en el alma humana, y la ilumina para
conocer las ideas (he aquí una vez más la influencia de Platón).
5.3 Dialéctica (Método de conocimiento)
El término dialéctica proviene
del griego dialektike (arte o método
dialéctico), del verbo dialegomai,
que tiene varios significados: dialogar, conversar, discutir, disputar. En la
filosofía griega, la palabra significa originariamente «investigación por medio
del diálogo», «instrucción mediante pregunta y respuesta», como en el método
heurístico de Sócrates. Por tanto, la dialéctica es el método o camino para
lograr el conocimiento por medio de preguntas y respuestas.
La dialéctica es para Platón la
actitud propia del filósofo verdadero, de aquel que trata de llegar a la verdad
por medio del diálogo. La dialéctica es el método filosófico supremo, y se debe
cultivar en la fase final de la educación formal del rey- filósofo.
El diálogo permite contraponer
argumentaciones aparentemente contrapuestas y frecuentemente complementarias,
para posibilitar un ascenso a la verdad mediante la explicación de tales
argumentaciones. Platón, en algunos de sus diálogos, identifica la dialéctica
con la filosofía misma, y la considera constituida por dos movimientos lógicos
inversos:
— El primer movimiento es la unificación, que consiste en captar la
esencia inmutable de las cosas (ideas), mediante un elevación progresiva desde
los objetos particulares de la
experiencia sensible hasta los conceptos más generales; es decir, lo que
comúnmente llamamos abstracción o universalización a partir de lo particular.
— El segundo es la división (particularización), mediante
el cual se llega a lo particular siguiendo las diferencias internas de los
distintos géneros; por ejemplo, de «animal» pasamos a «animal bípedo» y de aquí
a «animal bípedo sin plumas», que constituye una posible definición del ser
humano y, por tanto, una particularización de éste en el marco de «lo animal»
en general.
La Dialéctica es para Agustín una búsqueda interior; el ser humano no debe buscar
la verdad en el exterior, en las cosas del mundo sensible (por medio de los
sentidos). Debe buscar la verdad en su interior. En esa búsqueda, según
Agustín, el ser humano necesita iluminación de Dios, y podemos establecer un
paralelismo entre la iluminación divina agustiniana (luz que permite conocer la
verdad) y la idea del Bien de Platón (Sol que ilumina el mundo sensible).
Para ambos pensadores el alma es principio de conocimiento, y en ella se sitúa la razón, el entendimiento, la capacidad humana para conocer la verdad. Sin embargo, Platón considera que el alma ya existía en el mundo de las ideas antes de unirse al cuerpo, y que cuando se une a éste —cárcel del alma—, mira a través de sus ventanas y rememora las ideas que yacen en el olvido. Para Agustín el alma no ha existido anteriormente y el conocimiento consiste en percibir las ideas eternas puestas por Dios en su interior.
Para ambos pensadores el alma es principio de conocimiento, y en ella se sitúa la razón, el entendimiento, la capacidad humana para conocer la verdad. Sin embargo, Platón considera que el alma ya existía en el mundo de las ideas antes de unirse al cuerpo, y que cuando se une a éste —cárcel del alma—, mira a través de sus ventanas y rememora las ideas que yacen en el olvido. Para Agustín el alma no ha existido anteriormente y el conocimiento consiste en percibir las ideas eternas puestas por Dios en su interior.
Influencia de Agustín en la Edad Media
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